Sabemos que no solo comemos cuando nuestro estómago está vacío o ruge con fuerza. Existen distintos estímulos que pueden despertar el impulso o el deseo por comer, sin ni siquiera darnos cuenta o ser conscientes de ello.
Jan Chozen Bays describe una clasificación de distintos tipos de hambre en su libro «Comer Atentos». En este libro, se exponen distintos tipos de hambre que participan en el proceso de toma de decisiones a la hora de alimentarnos.
Conocer los distintos tipos de hambre es importante porque puede ayudarnos a ser conscientes de nuestros patrones, nuestros impulsos, nuestras necesidades… ayudándonos a tomar decisiones más reales sobre lo que necesitamos en cada momento, siempre desde el afecto y el autocuidado.
Veamos qué tipos de hambre podemos identificar:
- HAMBRE VISUAL: es aquella en la que el deseo por comer está directamente relacionado con la «pinta» que tienen los alimentos que tenemos delante. En este tipo de hambre influyen cómo están colocados los alimentos, las combinaciones de formas y colores, las texturas que muestran, los recipientes que los contienen… Hay una frase que define a la perfección el concepto del hambre visual que es «comer por los ojos».
- HAMBRE OLFATIVA: es la que nos impulsa a entrar en una panadería atraídos por el olor a pan o bollos recién hechos, independientemente de las señales que nos esté mandando nuestro estómago. El hambre olfativa tiene un gran poder persuasivo en nosotros. Atenderla con aceptación y llevar nuestra atención al estómago puede ayudarnos a saber si ambos mensajes o necesidades están en consonancia o no.
- HAMBRE BUCAL: es el hambre que te lleva a comer porque necesitas experimentar un sabor o un determinado placer en la boca. Es la que nos lleva a comer alimentos dulces o salados. Se podría definir como «con este alimento se me hace la boca agua» y me da hambre. Este hambre selectiva suele llevar detrás un desencadenante emocional.
- HAMBRE ESTOMACAL: se rige por las sensaciones de nuestro estómago como sensación de vacío, de presión, de dolor… que nos indican que es un buen momento para comer. Prestar atención al hambre es fundamental para aprender a distinguirla de estados emocionales como la ansiedad, que también puede experimentarse a través de sensaciones en el estómago.
- HAMBRE CELULAR: basada en las necesidades energéticas de nuestro cuerpo. Dependiendo del nivel de energía y de actividad física, nuestro cuerpo va informándonos de qué alimentos o nutrientes específicos necesita en cada momento para desempeñar las demandas del día a día de forma óptica y restaurar de nuevo el equilibrio. Por ejemplo, el cuerpo nos pide carne cuando tenemos anemia o zumo de naranja cuando necesitamos vitamina C para hacer frente a una infección. Este tipo de hambre es muy difícil de observar en adultos, pero es algo que está muy presente en los niños. También en las embarazadas donde, a pesar de estar todavía en estudio, se dice que posiblemente los «antojos» vengan determinados por distintas carencias que es necesario subsanar en la madre o en el bebé.
- HAMBRE MENTAL: es aquella en la cual la mente nos dice lo que «debemos» o «no debemos» comer, los alimentos «buenos y malos», e incluso los alimentos «prohibidos y permitidos». Estos mensajes provenientes de la mente se han construido y reforzado a través de toda la información que hemos recibido a lo largo de nuestra vida de dietas, anuncios, redes sociales, modas, compañeros, médicos, estudios…
- HAMBRE DE CORAZÓN: es el impulso o la necesidad de regular nuestras emociones a través de la comida. Esta es la que conocemos como hambre emocional. Cuando nos dejamos guiar por el hambre emocional, tratamos de llenar con comida un agujero que no está en el estómago, sino en el corazón. el primer paso para encontrar formas adaptativas de regular nuestras emociones es escuchar atentamente qué es lo que nos está advirtiendo el corazón.
Esperamos que te hayan resultado interesantes estos tipos de hambre y que intentes identificarlos en tu día a día.