En el ámbito de la salud mental, las autolesiones son un tema delicado pero importante que debe ser abordado con un equipo especializado.

Las autolesiones no suicidas se refieren a la práctica de infligir daño físico deliberadamente a uno mismo, sin intención autolítica, y pueden ser un indicador de angustia emocional y malestar psicológico subyacente.

Estos comportamientos pueden incluir cortes, quemaduras, golpes, rasguños u otras formas de daño físico. Cada forma de autolesión puede tener diferentes motivaciones y significados para la persona que las practica.

Las autolesiones pueden estar asociadas a una variedad de factores desencadenantes. Estos pueden incluir experiencias traumáticas, abuso físico o sexual, dificultades emocionales no resueltas, problemas de autoestima, presión social, sentimientos de soledad o aislamiento, y trastornos mentales subyacentes, como la depresión, la ansiedad o los trastornos de la conducta alimentaria.

En cuanto a su incidencia, las autolesiones son más comunes en adolescentes y jóvenes adultos. Según estudios, aproximadamente el 17% de los jóvenes se han autolesionado en algún momento de sus vidas. Este comportamiento puede ser un intento de hacer frente a la angustia emocional y al malestar interno, o de comunicar sentimientos difíciles de expresar verbalmente.

Además, a menudo están relacionadas con otros trastornos mentales, como los trastornos de la conducta alimentaria (TCA). Las personas que sufren un TCA pueden recurrir a las autolesiones como una forma de lidiar con la ansiedad, la culpa o la vergüenza asociada con su relación con la comida y la imagen corporal.

Las familias desempeñan un papel crucial en el apoyo a sus seres queridos que se autolesionan. Algunas pautas importantes para las familias son:

  1. Educarse sobre las autolesiones: Adquirir conocimientos sobre las autolesiones y los trastornos mentales asociados puede ayudar a comprender mejor la situación y responder de manera más efectiva.
  2. Fomentar la comunicación abierta: Crear un ambiente seguro y de confianza para que la persona se sienta cómoda al hablar sobre sus sentimientos y emociones. Escuchar sin juzgar y mostrar empatía es fundamental.
  3. Buscar ayuda profesional: Ayudar a la persona a acceder a la ayuda profesional adecuada, como psicólogos, psiquiatras o terapeutas especializados en salud mental.
  4. Promover el autocuidado: Enseñar y fomentar estrategias saludables de afrontamiento, como la práctica regular de ejercicio físico, la búsqueda de actividades placenteras, la gestión del estrés y la atención plena.
  5. Mantener una red de apoyo: Animar a la persona a buscar apoyo en amigos, grupos de apoyo o comunidades donde pueda compartir sus experiencias y recibir el apoyo necesario.

En definitiva, las autolesiones son un desafío complejo y delicado dentro de la salud mental, pero es importante abordarlo y no dejarlo pasar como algo sin importancia. Al comprender qué son las autolesiones, los diferentes tipos existentes, los factores desencadenantes y su relación con otros trastornos mentales, podemos trabajar en la prevención, el apoyo y la búsqueda de soluciones efectivas.

Aprovechando el Día Mundial de la Concienciación sobre la Autolesión, desde Gatca buscamos crear conciencia, reducir el estigma y ofrecer el apoyo necesario para aquellos que se enfrentan a estos comportamientos, brindándoles esperanza, ayuda y la oportunidad de un cambio hacia una vida más plena y saludable.