El ejercicio físico no provoca una pérdida significativa del peso. Sin embargo sí se ha demostrado que es fundamental la práctica de alguna actividad física para no incrementarlo, y también que el sedentarismo sí engorda.

La actividad física moderada causa cierto cansancio físico que suele facilitar un mejor descanso e incrementar la calidad del sueño lo que sitúa a la persona en una condición más favorable para iniciar el día siguiente. La cantidad y calidad del sueño es también importante para el control del peso, porque se asocia con la correcta regulación de las sensaciones de hambre y saciedad (Appelhans, Janssen, Cursio et al, 2012).

La actividad física también modera el apetito y sirve también para controlar los estados emocionales de ansiedad y depresión que pueden llevar a muchas personas a una ingesta de alimentos hipocalóricos como una forma de calmar los nervios a corto plazo.