El verano es una época que socialmente se asocia con disfrute, descanso, conexión con los demás y momentos para recordar. Pero, cuando hay un Trastorno de la Conducta Alimentaria (TCA), todo eso puede ser diferente. Lo que para muchos son vacaciones, para una persona con TCA puede convertirse en semanas de ansiedad, miedo, aislamiento o incluso retroceso en su proceso de recuperación.
Desde GATCA, queremos ofrecer una mirada realista y comprensiva para las personas con TCA en esta época del año. Porque el verano también puede doler. Pero no tiene por qué doler siempre.
¿Por qué el verano puede ser especialmente difícil en el contexto de un TCA?
Aunque los TCA se manifiestan de forma muy distinta en cada persona, hay varios elementos del verano que suelen actuar como activadores de la sintomatología o del malestar asociado. Entre ellos:
- La exposición corporal y la presión estética:
Con la llegada del calor, las prendas de ropa tienden a ser más cortas, más ajustadas y a cubrir menos superficie corporal. Para muchas personas con TCA, esto implica un aumento significativo del malestar: pensamientos obsesivos sobre su cuerpo, comparaciones constantes, miedo a ser juzgadas o incluso a verse a sí mismas en un espejo.
La cultura de la “operación bikini” —ese bombardeo constante de mensajes que sugieren que debemos moldear nuestro cuerpo para ser dignos de mostrarnos en verano— agrava aún más la sensación de no encajar. Y esto no solo sucede en redes sociales o en la publicidad, sino también en conversaciones cotidianas: comentarios sobre el cuerpo, las dietas, “lo que se puede o no comer” son frecuentes en esta época y muy perjudiciales para quien está atravesando un TCA.
- El desajuste en las rutinas alimentarias:
Durante el curso escolar o la jornada laboral, muchas personas con TCA logran estructurar sus horarios de comida y establecer ciertos marcos que les aportan seguridad. Pero en verano esas rutinas pueden verse afectadas e incluso romperse: viajes, celebraciones, comidas fuera de casa, improvisaciones… Todo eso, que en teoría debería disfrutarse, puede generar un alto nivel de ansiedad.
El trastorno busca el control, y cuando ese control se ve amenazado, es habitual que aumenten las conductas sintomáticas: restricciones, atracones, purgas, conductas evitativas o pensamientos intrusivos sobre la comida y el cuerpo.
- El componente social:
El verano también suele implicar más contacto con otras personas: planes de ocio, reuniones familiares, encuentros con amistades… Aunque eso puede ser enriquecedor, también puede suponer una gran fuente de angustia para quien convive con un TCA. Comer en compañía, enfrentarse a los juicios reales o imaginados, sentirse observadx o pensar que su cuerpo será evaluado, puede hacer que muchas personas eviten directamente esos espacios o encuentros sociales.
Esto refuerza el aislamiento, la desconexión emocional y la percepción de que no encajan. Es una espiral que alimenta al trastorno y debilita el vínculo con el entorno.
- El “deber” disfrutar:
Curiosamente, otro factor que puede hacer más difícil el verano es la presión social por estar bien. Parece que hay que disfrutar, descansar, estar alegre… Pero quienes atraviesan un TCA muchas veces se sienten tristes, irritables, insegurxs… y eso genera culpa. No solo por lo que sienten, sino por no sentir lo que se espera que sientan. En lugar de relajación, viven frustración. En lugar de descanso, tensión.
¿Cómo podemos cuidar la salud mental en verano cuando hay un TCA?
Desde el equipo de GATCA, proponemos una serie de recomendaciones para transitar esta etapa del año de forma más compasiva y respetuosa con cada proceso personal:
- Mantén cierta estructura, sin rigidez: Establecer unos horarios básicos, mantener las pautas del tratamiento y planificar los momentos clave del día puede ofrecer una sensación de seguridad. Pero cuidado: no se trata de generar nuevas normas rígidas, sino de crear un marco flexible que sostenga.
- Prepara con antelación las situaciones que puedan generar malestar: Si sabes que te cuesta ir a la playa o comer fuera, habla de ello con tu terapeuta, tu familia o tu red de apoyo. Pensar estrategias, visualizar escenarios o incluso ensayar previamente puede ayudarte a sentirte más capaz de afrontar esas situaciones.
- Respeta tus tiempos y tus límites: No tienes que ponerte un bikini si un día no estás preparadx. No tienes que ir a todos los planes. No tienes que fingir que estás bien si no lo estás. Tu proceso es único, y está bien pedir ayuda, descansar o hacer ajustes que prioricen tu bienestar emocional.
- Trabaja la autoaceptación desde lo funcional, no desde lo estético: No necesitas gustarte para cuidarte. Puedes empezar a tratarte con respeto desde el reconocimiento de lo que tu cuerpo te permite: respirar, abrazar, moverte, existir… El objetivo no es amar tu cuerpo desde el ideal, sino construir una relación más amable con él desde la realidad.
- Revisa tus redes sociales y tu entorno: Elimina o bloquea cuentas que te generen comparación, culpa o presión. Sigue perfiles que hablen de tus intereses, hobbies y autocuidado realista. Y cuida tu entorno: rodéate de personas que te respeten, te escuchen y no reduzcan tu valor a tu apariencia.
- Apóyate en el equipo terapéutico: En GATCA estamos para acompañarte también en verano. El seguimiento clínico es fundamental para sostener avances y detectar posibles recaídas a tiempo. La recuperación no se pone en pausa durante las vacaciones, pero sí puede adaptarse al momento vital de cada persona.
El verano no tiene por qué doler. Sabemos que los TCA intentan apropiarse también de esta estación: te dicen que no puedes disfrutar hasta que cambies tu cuerpo, que no puedes descansar si no “has compensado” lo que has comido, que no eres suficiente. Pero esas voces no son verdad. Son parte de una enfermedad que se puede tratar. Que tiene salida. Que puede dejar de ocuparlo todo.
En GATCA creemos que el tratamiento especializado, el acompañamiento profesional y el compromiso terapéutico pueden abrir caminos nuevos donde el verano, poco a poco, vuelva a ser una estación de conexión, calma y disfrute. No perfecto. Pero sí real. Y vivido desde la vida, no desde el control.