De los diez factores y comportamientos de riesgo identificados por la OMS (Organización Mundial de la Salud, 2004) como claves para el desarrollo de enfermedades crónicas, cinco están estrechamente relacionados con la alimentación y el ejercicio físico: la obesidad, el sedentarismo, la hipertensión arterial, la hipercolesterolemia y el consumo insuficiente de frutas y verduras. A estos factores habría que añadir la práctica de otros comportamientos de riesgo, que están ampliamente enraizados en los países desarrollados, como el consumo de tabaco y de alcohol, el estrés, la ausencia de relaciones interpersonales satisfactorias o el aislamiento social.

Más de 1.000 millones de personas adultas en todo el mundo tienen sobrepeso y de ellas al menos 300 millones son obesos, de acuerdo con los datos que maneja la OMS actualmente, lo que la ha llevado a ser considerada como la epidemia del siglo XXI. Esta organización manifestó, en el año 2011, que “la proporción de la epidemia es tal que lleva a predecir que la generación actual de niños es la primera que tendrá una esperanza de vida menor que la de sus padres” En la última Encuesta Nacional de Salud de España, publicada por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad (MSC, 2012) el 53,7% de la población de más de 18 años padece obesidad o sobrepeso (63,15% en hombres y 44,18% en mujeres), siendo este porcentaje del 27,8% en el colectivo de edad comprendido entre los 12 a 17 años. Unas cifras preocupantes si se tiene en cuenta que la obesidad se asocia con enfermedades crónicas como problemas cardiovasculares, hipertensión, diabetes o ciertos tipos de cáncer. El MSC, a través de la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), puso en marcha en el año 2005 la Estrategia NAOS (Estrategia para la Nutrición, Actividad Física y Prevención de la Obesidad). Esta estrategia tiene la finalidad de sensibilizar a la población sobre la incidencia de la obesidad y su importancia en la salud, favoreciendo la aplicación de iniciativas que “contribuyan a lograr que los ciudadanos, y especialmente los niños y los jóvenes, adopten hábitos de vida saludables, principalmente a través de una alimentación saludable y de la práctica regular de actividad física”.