Habitualmente en el momento de iniciarse el trastorno, la persona fija su valía personal en los cánones de belleza vigentes y se siente empujada por la presión social a conseguir un cuerpo perfecto; «es sólo cuestión de esfuerzo» se dicen muchas de ellas, mensaje que aparece frecuentemente en los medios de comunicación. Estos pensamientos facilitarán la práctica de una dieta estricta.
La restricción alimentaria es quizá el factor predisponente más frecuente. Ya hemos comentado cómo la dieta restrictiva y la desnutrición favorecen la aparición de atracones. Podemos decir que existen cuatro maneras fundamentales de hacer dieta, que vamos a comentar:
- Ayuno: no tomar ningún alimento entre los atracones o evitar las comidas principales.
- Restricción dietética o dieta: intentar mantener la ingesta por debajo de un número determinado de calorías.
- Evitación de determinados alimentos que se perciben como “prohibidos” o engordantes.
- Seguimiento de una “dieta sana” justificando dichas prácticas restrictivas como un estilo de vida: ser vegetariana, padecer algún tipo de alergia, etc.
Es interesante destacar que en la mayoría de los casos los atracones son de alimentos «prohibidos», es decir de aquellos alimentos que la persona con bulimia intenta excluir de su dieta por cualquiera de las vías ya mencionadas.
Las situaciones de estrés son otro de los precipitantes del problema. Estas personas suelen tener dificultades para afrontar los problemas de la vida cotidiana. Ante estas situaciones reaccionan con gran ansiedad y estos estados emocionales negativos favorecen la aparición del atracón. Por otra parte se observa con frecuencia que incluso en personas sin un trastorno de la alimentación, en situaciones de estrés suelen desorganizar sus hábitos alimentarios.