El sueño es necesario para mantener una correcta salud física y mental. Las relaciones entre sueño e ingesta alimentaria son bien conocidas desde hace años tanto en estudios de laboratorio, como en clínica, por lo que resulta muy importante tener una correcta higiene del sueño en pacientes con trastornos de la conducta alimentaria.
Está demostrada la relación directa existente entre la falta de sueño y un mayor riesgo de padecer sobrepeso u obesidad y, por lo tanto, comorbilidades asociadas a un exceso de grasa corporal (hipertensión, enfermedades cardiovasculares, diabetes…).
La falta de sueño aumenta la secreción de la hormona llamada grelina, que es la encargada de enviar la sensación de hambre al cerebro. Al mismo tiempo, descienden los niveles de leptina, que es la hormona implicada en la supresión del apetito. De esta forma, aumentan las ganas de comer. La consecuencia de este desajuste hormonal originado por una restricción en el sueño es que existe en la persona una mayor apetencia de alimentos más palatables, que generalmente son alimentos o productos ricos en azúcares y grasas, con poco valor nutricional.
Además, el no descansar de forma correcta afecta a otros aspectos:
- Disminución de la motivación y las ganas para llevar a cabo actividad física.
- Aumento del consumo de bebidas estimulantes como café, refrescos con cafeína…
- Cambios en el estado anímico que facilitan la búsqueda de placer a través de la alimentación.
Por todo esto, mantener una correcta higiene del sueño puede ayudarnos a descansar correctamente. Para ello es importante tener horarios regulares para acostarse y levantarse y evitar consumir sustancias estimulantes en las horas previas a irnos a dormir. También puede ayudar establecer una rutina de noche que nos ayuda física y mentalmente a irnos a dormir: ponernos el pijama, no utilizar aparatos electrónicos antes de acostarnos, preparar la habitación… Y no nos olvidemos de realizar ejercicio físico de manera regular evitando actividades muy intensas a última hora del día.