La semana pasada dimos una charla sobre TCA en un centro formativo de nutricionistas, que colgaremos en breve en el Blog, y en la ronda de preguntas nos preguntaron sobre otros diagnósticos relacionados con los TCA, de los que se está empezando a hablar.

Vamos a comentar algunos de ellos, aprovechando un artículo publicado en el Dr. Antonio Villarino Marin, en el Libro Controversias sobre los Trastornos Alimentarios, publicado en 2012.

Los profesionales que nos dedicamos a temas relacionados con la nutrición, la alimentación y la dietética estamos detectando una serie de trastornos de la alimentación que se pueden diferenciar de los clásicos, como son la Anorexia, la Bulimia y la Obesidad. Se clasifican como trastornos de la conducta alimentaria no especificados (TCANE o EDNOS)  y vamos a describirlos.

Trastorno por atracón, (Síndrome de descontrol alimentario, comedor compulsivo, o Binge eating disorder).

Es una forma incompleta de bulimia, en los que no se cumplen todos los criterios. Atracones, pero sin conductas compensatorias o purgativas y con menos alteración perceptiva del coro del propio cuerpo. Ha habido en los últimos tiempos un incremento de estos atracones, sobretodo un crecimiento mayor entre mujeres jóvenes. Se estima que entre el 30 y el 40% de las personas que parecen obesidad presentan este tipo de trastorno.

Bulimarexia.

Trastorno que se puede catalogar como subtipo de anorexia y bulimia., En realidad es un proceso que combina situaciones de hiperactividad y negaciones a comer típicas de anorexia, con atracones y pulgas clásicas de la bulimia. Le diferencian de la anorexia las situaciones de alimentación compulsiva, y de la Bulimia la pérdida de peso que se presenta habitualmente. Se puede considerar bastante común dentro de los trastornos de este tipo, ya que es difícil encontrar casos puros las patologías de base.

Ortorexia.

OrtorexiaSe define como la apetencia por lo correcto, una verdadera obsesión por la comida sana, hasta niveles que se deben considerar patológicos. Dedicar más de tres horas para pensar en la dieta, preocuparse más por la calidad de los alimentos que por el placer de consumirlos, sentimiento de culpabilidad cuando se saltan la dieta, planificación excesiva de lo que comer al día siguiente, y aislamiento social provocado por subalimentación, son los síntomas más característicos. Todos estos rituales convierten lo que empezó siendo un hábito alimentario, en una religión, donde la más mínima trasgresión equivale al pecado, y llegando a afectar a la vida cotidiana.

 

Vigorexia.

VigorexiaSe refiere a un deseo de ganar masa muscular, no grasa, y una alteración de la imagen corporal por lo que serían pequeños y débiles cuando eran grandísimos y musculosos. Los sujetos tienen pensamientos obsesivos sobre su cuerpo y realizan una práctica de ejercicio físico compulsivo para agrandarlo. Toda su vida gira en torno al gimnasio, evitando otras actividades sociales, de tal forma que la obsesión les llevaba además a utilizar dietas muy restrictivas acompañadas de suplementos proteicos, moléculas quema grasas y hormonas anabolizantes.

Síndrome del comedor nocturno.

Se caracteriza por la ingesta de más del 25% del total de calorías, que hay que ingerir a diario, durante la noche; falta de sueño de al menos media hora, y anorexia matutina, con poca o nula ingesta de alimentos a lo largo del día. A veces se asocia con el descenso del ánimo. El hecho es que a esta anorexia matutina le acompaña una hiperfagia en la tarde-noche, con ingesta del más del 50% del total calórico después de la cena.

Potomanía.

Es un deseo frecuente de beber gran cantidad de líquido de forma compulsiva con agradable sensación de placer. Superar los 4 l diarios nos puede llevar a una hiperhidratación con consecuencias graves como el infarto y la muerte.

Drunkorexia – Ebriorexia.

Es la tendencia de algunas jóvenes que tienen la obsesión de estar relajadas y a la vez cuando salen de marcha tienen apetencia por el alcohol. Para equilibrar ambas situaciones, y conocedoras de la gran cantidad de calorías que proporcional etanol, lo que hacen esta restringir su dieta ingesta alimentaria, en algunos casos de forma drástica. Lo habitual es dejar de comer durante horas o apenas comer durante el día para compensar las calorías ingeridas con las bebidas.

Díabulimia.

Es un trastorno de la conducta que presentan personas que han sido diagnosticadas hace poco tiempo de diabetes tipo I, precisando tratamiento crónico con insulina. Utilizan la condición de la disciplina  alimentaria y, sobre todo, del control de la insulina que exige la diabetes para perder peso. Reducen las dosis de insulina con el fin de bajar peso de una forma intencionada. El organismo, al no tener suficiente insulina, no puede aprovechar todo los azúcares, tiene un menor aprovechamiento energético y en consecuencia se piérdete eso. Es fácil entender que los trastornos de la conducta alimentaria son especialmente peligrosos si se une a una patología como la diabetes. Se diferencia de la bulimia en que no aparecen vómitos ni atracones compulsivos como en el otro caso.

Flexiritarismo.

 Se refiere aquellas personas que basan su alimentación en una dieta vegetariana, pero de manera ocasional y por diversas razones consumen algunos productos de origen animal: mariscos, pescados, aves y carnes. Este hecho de que el consumo no sea regular ni habitual es lo que lo define, no lo que come sino la frecuencia con que lo hace.

Sadorexia.

Se puede considerar un trastorno alimentario de segunda generación y viene de los comportamientos anoréxico, bulímico y ortoréxico, combinados con un maltrato corporal y empleo de métodos de adelgazamiento masoquistas se llama también dieta del dolor. Se emplea para llegar a una delgadez extrema, visible sólo a los ojos de los demás y que puede inducir a la persona a unos acontecimientos finales trágicos. Es el grado más extremo de la anorexia.

Permarexia.

Es un trastorno de la alimentación relativamente moderno, donde la persona piensa que todo lo que come en gorda y le lleva a probar varias y diferentes dietas, la mayoría de las veces desequilibradas y poco saludables y dentro de la categoría de “dietas milagro”. Hay expertos que piensan que es el paso previo a la anorexia o a la bulimia, por lo que hay que identificar bien las señales. Si se han hecho más de 3 dietas al año para bajar peso se puede considerar que la preocupación es importante, contar calorías constantemente, mirar las etiquetas nutricionales con pavor, son sus síntomas.

Pica o Pseudorexia.

Es un trastorno en el que existe un deseo irresistible de comer o lamer sustancias no nutritivas (tiza, yeso, bicarbonato, algodón, pegamento, moho, cenizas de cigarrillo). Realmente según el tipo de sustancia que se hiciera, se le va dando nombre al trastorno, siendo la geofagia el más estudiado porque además ha sido utilizado como antidiarreico efectivo en otras épocas.

Pregorexia.

Aparecen las mujeres embarazadas que durante este periodo les horroriza estar gordas y realizan dietas. A veces, aparte de hacer dieta, se inducen el vómito, teniendo problemas para el desarrollo y buen funcionamiento del proceso. Es muy peligroso para la madre para el hijo. Se debe tratar con la máxima celeridad y eficacia.

Tanorexia.

Es un proceso más femenino que masculino, con liberación de opioides que les induce a tomar el sol  en el que el culto al bronceado lleva a sus adeptos a ingerir cantidades elevadas de alimentos ricos en betacaroteno, que son productores de vitamina A que facilita dicho bronceado. Por no hablar de cuando insieren preparados vitamínicos en exceso.

“Pero lo más importante no son los diagnósticos sino

centrarse en los síntomas para poder abordarlos”